Me siento especialmente claustrofóbico esta mañana, me estiro para desperezarme pero el espacio parece no ser suficiente, al salir a la luz del sol veo las sombras que me limitan, alargadas como fantasmas sobre el suelo, apretujadas unas contra otras y las miradas sobre mi me hacen sentir extraño.
A diario el mismo paisaje, el mismo pozo, el mismo tronco, las mismas cajas para dormir, la comida de siempre, a la misma hora, y cada minuto que pasa se me hace eterno y reflexiono:
-¿Porqué diablos estoy aquí?, ¿Qué hice para merecer esto?
Y éstas palabras martillan en mi mente como fuertes ecos que me atormentan, y la única libertad que tengo es poder añorar las jugosas frutas, las nueces crocantes, el sol colándose entre las ramas de los enormes árboles donde solía estar mi hogar en las sabanas extensas del África.
El fuerte chirrear de metal contra metal me despierta de mi pequeña fantasía trayéndome de nuevo a mi absurda realidad, ese sonido que detesto y que produce en mi escalofríos poniéndome la piel de gallina y me lleno de ira, al pensar que aquel desgraciado prepotente esta libre del otro lado.
Me abalanzo saltando fuera de la jaula sintiendo un ligero corrientazo en el pecho, pero sigo corriendo hacia mi sueño, hacia la libertad, y al fin la veo, soy libre, completamente libre.
Un mandril viejo y triste despierta aun encadenado.
Autores:
Victoria Rondón 2 "D"
Amankaya Manzanilla 2"B"
Emanuel Massai 3 "B"
Alexandra Petrovic (Docente)
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